viernes, 31 de agosto de 2007

La evaluación: una mirada hacia la Reflexión

Hasta hace poco, la evaluación era una actividad independiente y externa al proceso de enseñanza. Se realizaba para constatar que la enseñanza había producido el efecto deseado en el alumno y así poder acreditarle ante los demás. Era, además, una actividad final, independiente del proceso de enseñanza y sin incidencia directa sobre él. Si no se obtenían los resultados esperados no había más remedio que repetir el proceso, esto es, repetir la asignatura o el curso y repetir el examen hasta obtener la acreditación. Este modelo de evaluación está vigente todavía en todos los procesos de selección: ej. el permiso de conducir. La finalidad de esta evaluación es la selección y su objetivo la acreditación de que esa selección se ha producido de acuerdo con criterios objetivos y estandarizados, del tipo "el individuo es apto para conducir vehículos a motor". El carácter acreditativo de esta evaluación está relacionado, por tanto, con la capacitación para el desempeño de funciones o tareas concretas, como ser alumno calificado o no. El carácter acreditativo que tiene la evaluación que se practica actualmente en las aulas de secundaria obligatoria se puede traducir en los mismos términos: "el individuo es apto para estudiar bachillerato de Ciencias Sociales" y así debe ser, lo malo es que a lo largo de la secundaria sea éste carácter acreditativo el único que se contemple en la evaluación. La carencia de otros fines para la evaluación trae graves consecuencias para el alumnado, el profesorado y en fin, para todo el sistema educativo.

Una mirada diferente de los profesores y alumnos frente de una nueva concepción sobre la evaluación seria el primer paso para una educación más dinámica. El profesor, deberá considerar esta como una forma de retroalimentación, para conocer las falencias de los alumnos, y no considerar esta como un arma de medición selectiva, que arroje alumnos bueno o malos. El alumno debe encontrar esta forma como explorar lo aprendido y reconocer su vació para luego poder llenarlo, no considerar la nota como único objetivo.

La evaluación aglomera una serie de conjunto de entes, preocupados por la educación; alumnos, profesores, padres, colegios, etc. La unión de todos estos factores conformara una enseñanza evaluativa más dinámica:

“Si uno tiene la conciencia de que parte del aprendizaje depende de la forma en que se ha enseñado, mantendrá la humildad de reconocer como suyo parte del fracaso de los que aprenden. No pensara que si el aprendizaje no se produce es por responsabilidad exclusiva del aprendiz.”. Miguel Ángel Santas Guerra. Revista enfoques Educacionales, 2003.